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2016 – Anchored – Espanol
Anclado… En Libertad

DEVOCIONALES

Cuando yo tenía siete años, durante la Escuela Bíblica de Vacaciones en nuestra iglesia le di mi corazón al Señor. Una señora anciana compartió acerca de unos misioneros en África quienes habían dado sus vidas enteras a Dios y cómo vivían en casa de barro. Yo recuerdo que el Espíritu Santo fuertemente me atrajo a Sí mismo. Yo respondí, levantando mi mano y orando con esa señora. Le pedí a Jesús que entrara en mi corazón y le dije que aún iría a África. Ese día le  hice mi Salvador y el Señor de mi vida.

Cuando mi mamá nos recogió a mis dos hermanos y a mí, nos preguntó qué tal la escuela bíblica. Yo le conté la gran noticia de que ya estaba salva y en esos momentos mis hermanos dijeron, “¡Si, se salvó otra vez!” y burlaron. Me enojé mucho. Y juré  a mí misma que esta sería la última vez que me salvaría. Y fue así.

“Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres.” — Juan 8:36

A través de los años, he tenido otras oportunidades de reclamar mi libertad. Fui diagnosticada con esclerosis múltiple (MS) cuando fui una mamá joven. Al  atravesar esta etapa de mi vida, Dios me dio una simple oración para decir cada vez que yo sentía esos síntomas: “Yo camino en salud divina”. Han sido más de veinte-cinco años desde que me dieron ese horrible diagnóstico, y hoy día yo vivo en libertad como una persona sana y completa.

“Por lo tanto, Cristo en verdad nos ha liberado. Ahora asegúrense de permanecer libres y no se esclavicen de nuevo a la ley.” — Gálatas 5:1

Yo creo que Dios quiere que vivamos en libertad en cada área de nuestras vidas. A veces cuando hemos perdonado a alguien que nos ha lastimado, podemos experimentar sentimientos de culpabilidad, como si de verás no hubiésemos perdonado. Es en ese preciso momento, que debemos recordar que hemos tomado la decisión de perdonar y se acabó, y estamos parados en libertad y no en sentimientos.

“…y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.” — Juan 8:32

Cuando tu “sabes la verdad” y lo crees por encima otros pensamientos, te liberas porque haz decidido estar de acuerdo con la Palabra de Dios y recibir su libertad.

“Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; y porque ustedes pertenecen a él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte.” — Romanos 8:1-2

Tú puedes decir con completa seguridad que eres salvo, sanado, perdonado, y completo, porque Cristo compro tu libertad en la cruz.

¡HAZ LO SIGUIENTE!

Hoy día (o cuando) comiences  a pensar negativamente acerca de una persona o situación, pelea por su libertad hablando en voz alta. Diga: “Yo te doy esta situación, Dios. Yo soy libre y no hay ninguna condenación, porque Jesús pagó por mi libertad”. Continúa declarando tu libertad hasta que tú creas que la libertad es tuya para disfrutar en el presente.

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